viernes, 12 de junio de 2009

A. Ortiz del Solar en el Museo de la Palabra


Ortiz del Solar nos trajo una de sus obras más representativas: UNO CAÑA O Ce Acatl Topiltzin o El enviado Tolteca que es una obra sobre la sabiduría ancestral de los Mayas. La proeza de un sacerdote pacifista que cambió el rumbo del comportamiento sanguinario de una civilización. Texto lúcido y simbólico de lo mejor de la dramaturgia colombiana contemporánea.

PP.

A continuación, una versión de la trayectoria del propio autor:

A. Ortiz del Solar, que es el nombre que se ha ido decantando a lo largo de mi vida como poeta y ahora, por extraños azares de la vida, dramaturgo. Creo profundamente en las leyes sagradas que rigen la existencia del universo y de los hombres. Atrás he dejado el ruido y mi desconocimiento con respecto a todo se ha ido aminorando a medida que avanzo en mis lecturas. Los libros, le comento, no me han hecho más sabio sino, a lo sumo, menos ignorante. Soy medioambientalista por principio y encunetro en el hecho de haber nacido en este continente un signo de compromiso conmigo mismo y con la madre tierra. Descreo de la ciencia profana de Occidente y
me asombra el pensamiento indígena por su nexo entrañable y absolutamente sincero con la naturaleza. El ensueño de la Ayahuasca me comunico en una noche del mundo mi razón de ser y mi hermandad real con los arboles. Tengo origen hispanoárabe y mi lugar de nacimiento en Suramérica está asediado por una montaña de fuego. Poseo una naturaleza contemplatva y silenciosa, razón po la que abomino del ruido de la postmodernidad y de la vana agitación de nuestro tiempo. Estudié periodismo, que no ejerzo por razones morales, y me desempeñé mucho tiempo como librero en la Ciudad de Bogotá, llegando a dirigir dos librerías: Tercer Mundo editores y Ecoe Ediciones. Actualmente no me interesa nada más que leer libros de historia no oficial y seguir avanzando en el camino de la vida que El Creador ha abierto con benevolencia para los hombres contemplativos.

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